El sueño de Ellis | Soñar tiene un precio 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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En la pareja que forman Marion Cotillard y Joaquin Phoenix en ‘El sueño de Ellis’, James Gray no logra transmitir la misma química que consiguió con ‘Two Lovers’

James Gray, el director de El sueño de Ellis, parece tener fijación por los personajes atormentados. Y quien mejor que Joaquin Phoenix para interpretarlos. Nuevamente cuenta con él entre su reparto interpretando a Bruno, un proxeneta en ese tipo de personajes a los que nos tiene acostumbrados. Angustiados y mezquinos, pero al mismo con tiempo, con un aire de ternura y fragilidad. Así lo vimos en Gladiator  y lo amamos a pesar de ser el malo-malísimo frente al indestructible y soberbio Russell Crowe. En El sueño de Ellis  interpreta también a un villano sin escrúpulos pero deseoso de amar y sentirse amado. El objeto de su tormento no es otro que Marion Cotillard en el papel de Ewa, una inmigrante polaca que junto a su hermana llega a Ellis huyendo del horror de la guerra y con la esperanza de iniciar una nueva vida en Nueva York. Pero en la isla retienen a su hermana enferma. Presa de la desesperación, Ewa acaba sucumbiendo a los enredos de Bruno que la arrastra a una vida humillante y sin aparente escapatoria.

En esta trágica historia de una mujer sometida a una sociedad patriarcal, se cruza un nuevo personaje, Orlando —Jeremy Renner—. Con él se completa un triángulo amoroso lleno de intrigas que no dejan de ser un fácil entretenimiento, que no llega a enganchar lo suficiente. Tal vez, porque este tercer personaje en discordia resulta inverosímil, porque la interpretación de Joaquín se percibe como un déjà vu que poco aporta a su filmografía. O porque, ciertamente, la fórmula química para que funcionen los personajes no ha respondido como se esperaba. De hecho, la intensidad del argumento exigía una mayor transmisión de los sentimientos que no calan suficientemente en el espectador.

El director de este filme, que anteriormente sí nos convenció con el turbulento drama romántico y comercial Two lovers, que sin ser un filme espectacular, sí logró que nos enganchásemos al tumultuoso vaivén emocional de Phoenix por Gwynet Paltrow, en esta última entrega de azarosos sentimientos, no logra la intensidad suficiente entre los personajes resultando más gélida la sintaxis sentimental entre Phoenix-Cotillard a pesar de un final con una dosis de carga emocional considerable. Ambientada en los años veinte, sin duda, lo más remarcable es el vestuario y la fotografía.