Rosana G. Alonso
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Los proyectos de ciudad-museo marcarán el ritmo del 2015. Al norte, Santander. Por iniciativa de la Fundación Botín, los jardines de Pereda —ya inaugurados el pasado Julio— y el Centro Botín —sin fechas de inauguración oficiales— están cambiando la radiografía estética de una ciudad que será previsiblemente visible el próximo año. Muy cerca del Centro Botín, en el Banco de España, también está prevista otra apertura, la del archivo Lafuente asociado al Museo Reina Sofía que finalmente estará accesible al público en la capital cántabra. Al sur, Málaga. Las nuevas sedes del Pompidou y el Museo de San Petersburgo, consolidan una tendencia que en esta ciudad ya lleva gestándose hace algunos años y que permitieron, por ejemplo, la apertura en 2013 del Centro de Arte Contemporáneo Vélez Málaga Francisco Hernández, con una dotación que se acercó a los 3 millones de euros.

Santander y Málaga, con sus titánicos proyectos culturales, se pondrán en el punto de mira de la escena artística a partir del próximo año, si bien según Fernando Francés, director del Centro de Arte Contemporáneo de Málaga (CAC), la eclosión cultural en Málaga «se inició hace 10 años, no ahora. No en vano el último barómetro de la cultura en España sitúa a esta ciudad como la 4ª ciudad en oferta cultural y la 5ª en innovación cultural. La cultura es una de las líneas estratégicas de la ciudad y del Ayuntamiento por eso los museos son complementarios y sostenibles». En órbita a estos trazados que engloban prácticamente toda una ciudad, otros proyectos verán la luz como el Museo Universidad de Navarra que se inaugurará en Enero del próximo año. En todo caso, los nuevos centros culturales coinciden en la ausencia de un carácter meramente regional. O eso parece. Si en los noventa se intentó algo parecido en otras ciudades periféricas sin mucho éxito y con planes que parecían ser fruto de la improvisación y el puro alarde, ahora con soluciones e intereses más definidos, todo parece avanzar que el germen cuajará y que la periferia podría, no desbancar, pero sí lidiar, en términos culturales, con otras ciudades como Madrid y Barcelona. Al respecto Fernando Francés matiza, «El paso del tiempo, y especialmente la llegada de la primera crisis desde el inicio de la expansión de los museos de arte contemporáneo en España en los noventa, ha demostrado que la inmensa mayoría de ellos eran proyectos no sostenibles que nacieron más como una moda de nuevos ricos donde la ciudad o la región que no tuviera un centro de arte era subdesarrollada y sus políticos realmente antiguos. Hoy muchos no tienen programación o han tenido recortes presupuestarios que los hacen inviables por el modelo elegido de gestión. La cuestión es que no tenían realmente una vocación social, educativa y divulgativa. El modelo del Ayuntamiento de Málaga es el opuesto, por eso aquí se siguen abriendo en vez de cerrando».

Las nuevas ciudades-museo que se prevén todopoderosas con la dinamización del sector turístico, independientemente de los beneficios que puedan suponer para algunas entidades o los intereses políticos que pueda haber detrás, pueden convertirse en el bastión que contribuya a mejorar una marca, la española, asociada a un turismo folklórico —en el peor de los sentidos del término— y fomentar otro tipo de movilidad más saludable, fértil y proclive a una correlación fructífera y vital. También hay quien preferiría no asociar turismo con cultura como si con esto se difamase el mismo pilar de la cultura y sus objetivos. Y quien presupone que lo cultural es a expensas de lo social, mientras seguimos inmersos en una crisis que parece no tener fin, cuando en realidad estamos asistiendo a un nuevo sistema y orden mundial con reglas propias. Estas mismas reglas son las que permiten que un banco como el Santander, a través de la Fundación Botín, esté construyendo un mundo paralelo, al igual que otros grandes grupos como LVMH y su nueva sede cultural en París construida por Frank Gehry. Para remediar la otra gran crisis, la de los valores y compensar un nuevo orden social más injusto, las resplandecientes ciudades-museo nos saludan sonrientes invitándonos a entrar en paraísos que nos devuelvan la esperanza perdida. Fernando Francés ve en esta tendencia que implica a grandes grupos y marcas una auténtica fortaleza. «Es una oportunidad que en EEUU, Alemania y China, por ejemplo, es muy habitual. En la Europa Mediterránea siempre el arte y la cultura ha seguido los modelos proteccionistas del Estado y esa política cultural tiene un modelo francés, no anglosajón. Es bueno que precisamente en Francia se empiecen a cambiar, ampliar y modernizar los modelos de gestión del arte y que el sector privado se implique en tal responsabilidad».

El caso es que los proyectos ya están en marcha e independientemente de sus objetivos y sus resultados, la realidad más seductora es que lo cultural está en alza aunque haya muchos agujeros por tapar.

 

Maqueta con vista del Centro Botín desde el Oeste, Sep 2013. Cortesía de la Fundación Botín | stylefeelfree.com

 

Santander: un sueño hecho realidad por el imperio Botín

El proyecto Botín que ya ha empezado a dar sus frutos con la inauguración el pasado julio de los nuevos jardines de Pereda y el túnel que se ha construido para permitir que el centro de la ciudad se prolongue hasta el mar, ha contado con una inversión de cerca de 80 millones de euros. El reacondicionamiento de los jardines que ya existían y que han pasado a tener de dos a cuatro hectáreas, junto con las obras que permitieron la realización del túnel que anula el antiguo vial que discurría delante de los jardines, suponen 30 millones del presupuesto. El resto del cálculo previsto se destinará a la construcción del Centro Botín que previsiblemente abrirá sus puertas el próximo año en fechas por confirmar.

Según apuntan desde la Fundación Botín, «el Centro Botín será un centro de arte que contribuirá en Santander, a través de las artes, a desarrollar la creatividad para generar riqueza económica y social». El proyecto, obra del estudio Renza Piano Building Workshop, en colaboración con Luis Vidal y Arquitectos, tiene el objetivo de «crear un espacio para el arte, la cultura y la actividad formativa» así como «generar un nuevo lugar de encuentro en Santander que acerque el centro de la ciudad a la bahía». El otro proyecto faraónico, no tanto a nivel estructural ya que se aprovechará el inmueble histórico del Banco de España cercano al Centro Botín, propiedad del Gobierno de Cantabria, es el del archivo Lafuente. Este archivo cedido por el empresario y coleccionista José María Lafuente por diez años prorrogables, aunque forma parte de los fondos del Museo Reina Sofía, estará ubicado en Santander por deseo manifiesto del propio coleccionista. Este depósito está compuesto por alrededor de 120.000 documentos que engloban por una parte las vanguardias históricas y por otra, una especial atención a las prácticas artísticas contemporáneas a partir de los años 60, con España y Latinoamérica como principales ejes.

Málaga: un ciudad consagrada a lo cultural

En el extremo opuesto geográfico y siguiendo esta tendencia de abrir la ciudad a la cultura está Málaga que ya lleva algunos años con una estrategia orientada a lo cultural. «El arte se ha convertido aquí en una de las líneas estratégicas de la ciudad y los museos son complementarios y sostenibles» declara el director del CAC Málaga. El próximo año, algunas fuentes aseguran que incluso en el primer trimestre, está prevista la inauguración de dos sedes sucursales. Una del Pompidou de París y otra del museo estatal ruso de San Petersburgo. El término sucursal sin embargo no parece gustarle mucho a Fernando Francés (CAC Málaga). «No son sucursales, es una terminología que debemos desterrar porque es insultante y demuestra muy poco respeto por grandes instituciones de trayectoria impecable en la historia del arte. Creo que siempre hay quién está en contra de cualquier gran proyecto y buscan desacreditarlo porque sí. Pero esa crítica es absurda sin conocer cómo serán y qué aportarán. Está pasada de moda, es antigua, anacrónica y casposa». De hecho nadie habla por ejemplo del Guggenheim Berlín o Bilbao como una sucursal, manifiesta.

Sucursales o no, lo importante es que con estos proyectos la actividad cultural en Málaga se incrementará considerablemente y focalizará más atención aún de la que ha alcanzado ya en los últimos años, lo que supuestamente será provechoso para incentivar la cultura si no se especula con ella y es una puerta abierta para los agentes culturales, esperemos que desde la igualdad y la honestidad. Habrá que ver si su oferta cultural en conjunto se complementa o si los centros culturales se tendrán que disputar entre sí el protagonismo. En el caso de Málaga Fernando Francés lo tiene claro. «Estos museos son complementarios a nuestra oferta, no la solapa y por tanto creo que será positiva. Además nos hace mantener la tensión. La competencia no es negativa y puede crear sinergias increíbles. Me consta que la opinión que tiene el Centro Pompidou del CAC Málaga es excepcional y nos respetamos mutuamente. Por otra parte el CAC Málaga es el único museo Made in Málaga de prestigio internacional consolidado y por tanto vital para hacer creíble la apuesta del Ayuntamiento por el arte».

La dirección que tomarán estos proyectos y si realmente serán un ejemplo que se seguirá extendiendo, tomando la cultura como estandarte que propicie nuevas políticas que favorezcan a todos los que participan en ella, está por ver. Sobre la mesa muchos interrogantes, pero de momento se divisa un haz de luz. Si son sólo fuegos artificiales el tiempo lo dictaminará. Fernando Francés concluye con un «ojalá se extendiese más este modelo por el bien de la cultura», y pone como ejemplo la primera visita de Budi Tek a España —el más importante coleccionista chino— para conocer y colaborar con el CAC Málaga.