Centrada en el género del retrato, la ambiciosa retrospectiva que recoge el trabajo de Judith Joy Ross en la Fundación MAPFRE de Madrid, nos invita a entender la realidad que nos rodea a través de lo humano

Judith Joy Ross | Fundación MAPFRE | StyleFeelFree
Obra: Celia, 1980 de © Judith Joy Ross | StyleFeelFree

Judith Joy Ross no recorre las calles con un objetivo que capturar, ni tampoco hace uso de estudios. La exposición que la Fundación Mapfre de Madrid le dedica, nos presenta el trabajo de la fotógrafa adentrándonos en su método para entender el mundo. La artista es capaz de mirar a los individuos y establecer una relación única con cada uno de sus modelos a través del retrato. De esta manera, consigue que instantes de absoluta intimidad queden plasmados en el celuloide. «Su inconfundible forma de crear una tensión entre la intimidad y la distancia emocional sirve a Ross para revelar la mutabilidad de los seres humanos sujetos a fuerzas mayores», apunta Joshua Chuang, comisario de este recorrido, compuesto de 200 fotografías.

A partir de la década de los sesenta, Ross comenzó a fotografiar personas de su ciudad para intentar comprenderlas, sin prejuicios ni sentimentalismos. A la hora de fotografiar se centra en los sujetos que protagonizan escenarios y eventos concretos. Así ocurre con los visitantes del Monumento a los Veteranos de Vietnam, con los miembros del Congreso durante el escándalo Irán-Contra (Irangate) o con los niños de las escuelas públicas de Hazleton. En la exposición, los distintos escenarios se despliegan a través de nueve secciones organizadas cronológicamente. En consecuencia, se descubren las principales series de la artista, en cuarenta años fotografiando. La propia Ross ha prestado sus obras a la Fundación y a través de ellas podemos responder preguntas más profundas del ser. ¿Cómo se lucha contra la tristeza? ¿Cómo se forma la identidad de una persona? ¿Por qué existe la injusticia y la barbarie de la guerra?

Rostros cotidianos

Con sus fotografías, Ross busca describir el mundo tal y como es. Por ello, comenzó a centrarse en la cotidianidad de la calle y sus habitantes. A causa de su afán por la naturalidad, y como forma de superar el dolor por la muerte de su padre, en 1981, visitaría la arboleda de Eurana Park. Allí pudo fotografiar la juventud e inocencia de los rostros desconocidos y realizar lo que sería la primera de sus grandes series. En esta recopilación, la mirada de los niños que protagonizan estas imágenes, le serviría para encontrarse como fotógrafa. Puesto que aprendió «a mirar más allá de la apariencia del tema y descubrir su significado último en términos personales e históricos», señala Joshua Chuang.

Y además, a partir de esta serie, la autora trabajaría con escenarios en donde todo espectador puede verse reflejado. Familias veraneando en bosques, bares de Pensilvania, niños jugando o profesores de colegio son personajes con los que nos topamos en esta exposición. De este modo, en Retratos de Easton sus protagonistas se muestran ausentes y pensativos, transmitiéndonos una sensación amarga en tonos grises. Algo que también se aprecia en sus retratos de la vejez. Con estas fotografías, Ross nos transporta a un viaje emocional, mostrándonos, con gran sutileza, la violencia, miseria y crudeza de la vida.

No a la guerra

Otro de los temas que interesaría a la artista sería aquel que pone rostro a los hechos históricos que presenció. Con su cámara de gran formato se dedicaría a fotografiar a los que perdieron a sus seres queridos en la Guerra de Vietnam. Estas personas observaban con melancolía cómo se inauguraba el monumento dedicado a los fallecidos en la contienda. Algunas de estas tomas se expusieron en el MoMA de Nueva York, reconociendo el talento de Ross en el medio fotográfico.

Su sentimiento de odio hacia la guerra hizo que las manifestaciones fuesen un motivo recurrente en sus fotografías. Ross no se mostró imparcial con respecto a su opinión sobre el conflicto, y fotografió a muchos manifestantes con mensajes de protesta. Ello dio como resultado un pequeño libro en cuya cubierta se podía leer: “PROTESTAD CONTRA LA GUERRA”. Con ingenua esperanza y afán de provocar un cambio, Ross distribuyó la publicación entre los miembros del Congreso.

Al mismo tiempo, destaca en series como las del Congreso de los Estados Unidos o Reservistas del ejército estadounidense en alerta roja la belleza, intimidad e humanidad que consigue transmitir tratando temas de tal controversia. Ross quiere que empaticemos, a través de sus fotografías. No pretende reflejar lo que nos aleja del otro. Esto es, a la fotógrafa le atrae lo mundano y humano, centrándose en el ciudadano y en cómo reacciona a la realidad.

Un viaje hacia la respuesta

A partir de 2006, la artista comenzó un viaje a lo largo de estados Unidos, retratando a desconocidos durante todo el trayecto. En estos últimos años experimentó con la fotografía a color, un terreno inexplorado hasta el momento y alejado de sus fríos grises. Pese a que en estos nuevos tonos seguimos encontrando la suavidad que caracteriza sus obras, en los últimos años Ross vuelve al blanco y negro. Realiza aquí fotografías más esenciales, menos contextualizadas.

A lo largo de toda su carrera ha buscado en los rostros de sus protagonistas la personalidad de estos y la respuesta a sus tormentos. En lugar de glorificar o juzgar a los sujetos que retrata, Ross ha conseguido leer el alma de las personas a través de la lente. Según juzga Joshua Chuang «con penetrante delicadeza, refleja el rostro, la disposición y el porte de los individuos que se presentan ante su objetivo» El comisario aclara esta idea reconociendo que «estaba empeñada en captar la complejidad de su ser verdadero más que una proyección de quiénes podrían ser».
 

DATOS DE INTERÉS
Título: Judith Joy Ross
Artista: Judith Joy Ross
Comisariado: Joshua Chuang
Producción: Fundación MAPFRE
Lugar: Fundación MAPFRE Sala Recoletos (Paseo de Recoletos, 23. Madrid)
Fechas: del 24 de septiembre de 2021 al 9 de enero de 2022
Horarios y tarifas: consultar