Marta Pascual
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El director israelí Nir Bergman muestra con delicadeza y frustración en ‘Siempre contigo’ la injusta falta de alternativas, de un joven con autismo, en la sociedad

Siempre contigo | StyleFeelFree
Imagen de la película Siempre contigo | StyleFeelFree

La incomprensión hacia los trastornos mentales o el TEA se muestra a través de los ojos de un personaje que en Siempre contigo no los padece. El cineasta, Nir Bergman, se aproxima con una perspectiva más cercana al espectador normativo, la cual le alienta a involucrarse más en la trama. Esta relata como un dedicado padre debe separase de su hijo autista, Uri, para que desarrolle su autonomía. Aunque la emancipación duele a ambas partes, el progenitor, Aharon, no consigue hacerse a la idea y decide huir con su vástago. Pese a la intensidad dramática que acompaña a la historia y a la puesta en escena, el género logra oscilar eventualmente y aportar guiños cómicos. De esta forma, se convierte en ocasiones en un buddy film protagonizado por personalidades chocantes y complementarias. Por consiguiente, mientras que uno es reservado por su orgullo, el otro se ve expuesto por su transparente sinceridad.

Nos encontramos con una de esas películas que reivindican lo especial por encima de lo ordinario, al igual que su referencia más evidente: Little Miss Sunshine. El filme del 2006 ahondaba en cánones de belleza, una imposición que hoy más que nunca está en boca de todos. De este modo, ha posibilitado la creación de espacios para otros colectivos, entre los que se encuentran los denominados discapacitados físicos o mentales. El propio origen de la palabra limita a quien se le encierra en ella, excluyéndole de ciertas actividades y negándole competencias. Es por ello que a Uri se le niegan dinámicas corrientes, no por su trastorno, sino por la insensibilización general. Esta es una prolongación de un sistema diseñado para unos pocos, identificable por discriminar a aquellos que no se muestran de manera semejante al resto. Con el fin de denunciar la marginación de las personas con TEA, el director estereotipa al entorno para vengarse de él mediante su deshumanización.

El amor de Nir Bergman por el cine es evidente desde el primer fotograma en donde El Chico va en busca de Charlot. Su dedicación se refleja a lo largo de nueve años de carrera, cuya temática no se distancia de la de Siempre Contigo. Ejemplo de ello es su serie En terapia y su posterior remake y reboot. La preocupación por los conflictos de naturaleza psicológica le permiten plasmar con realismo y crudeza la solitaria incomprensión que contagia nuestra civilización. Así, señala la falta de solidaridad recalcando la mala educación de los secundarios por medio de diálogos intencionadamente ridículos. También apoya el violento carácter de algunas escenas con secuencias largas y naturalistas que agudizan la impotencia de un padre ante el aislamiento de su hijo.
 

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