Gerardo Vielba, fuera de la superficie brillante 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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Como parte del recorrido de PHotoESPAÑA 2021, la fotografía de Gerardo Vielba dialoga con el visitante que busca traspasar la puerta en la Sala Canal de Isabel II de la Comunidad de Madrid

Lo expresa muy claramente Antonio Tabernero, comisario de la muestra dedicada a la figura de Gerardo Vielba en la Sala Canal de Isabel II. “La gran magnitud de Vielba es su interés por lo que está fuera de la superficie brillante”. Este interés es el que permite que el visitante que estos días se acerque a descubrir esta exposición “entre dentro de un espacio no visible que es donde la obra toma dimensión”, explica Tabernero. Conformada por 120 fotografías en blanco y negro, lo que se pretende aquí es recomponer toda la fuerza creativa de Vielba. El recorrido ofrecido está intercalado de sus imágenes más conocidas, ordenadas cronológicamente, con otras que se han rescatado del archivo familiar. El conjunto que conforman ambas, compone un relato que propone una visión muy completa de su producción artística.

Si la planta baja recibe al público con algunas de sus obras más conocidas, entre las que destaca la obra Veraneo (Santander, 1960), clave porque en ella conviven todos los elementos representativos de su dialéctica; la tercera planta incorpora fotografías inéditas que realizó durante una estancia de seis días en París. Un itinerario en el que Tabernero insiste en una idea. Lo que vemos no es el instante decisivo de Cartier-Bresson. Cuenta, para sostener esta apreciación, que desde hace alrededor de una década, en Francia existe un colectivo de fotógrafos que está empeñado en darle la vuelta a este paradigma Cartier-bressoniano. Algo que Gerardo Vielba ya estaba, en realidad, haciendo. El comisario lo ratifica considerando que “su obra es muy magnética”. Un repertorio en el que “se ven los fantasmas de una cultura” que nos invita a destapar los momentos de su prehistoria, señala.

Poética de la imagen renovada

No hay voluntad de denuncia en la obra de Vielba. Existe en cambio la expresión poética, la dignidad, la confianza, el optimismo. Sin embargo, como deja la puerta abierta, todo es posible. Su visión de autor trasciende lo real de la imagen y su representación. Observando el mundo con sensibilidad hacia la belleza de los aspectos cotidianos, enfatizaba las figuras, escenas y paisajes urbanos repletos de niños. Entre ruinas, creando fantasmagóricas escenas que tienen un componente surrealista difícil de asimilar a primera vista. Gerardo Vielba, incluso en su época en la que la fotografía no era considerada arte en España, era muy consciente de la responsabilidad que implicaba fotografiar. Y era también consciente del “potencial poético oculto detrás de una imagen fotográfica”, según revela su comisario. “Su obra tiene mucho del realismo poético francés”, asevera.

Señala en el catálogo de la exposición Tabernero que “a Vielba le deslumbraban todas las artes, todos los lenguajes que el hombre ha construido para poder aferrarse a algo”. Esta apreciación es la que lo convierte en un fotógrafo clave para renovar la fotografía española de los años sesenta. Y para ser, asimismo, fuente de inspiración para sus contemporáneos. Por eso, es fácil observar una poética similar, aunque con rasgos distintivos, en todos los fotógrafos de su entorno como Gabriel Cualladó, Paco Gómez, Leonardo Cantero, Juan Dolcet y Fernando Gordillo, que conformaban la Escuela de Madrid. Vielba, a finales de los años cincuenta, “está realizando una obra de ruptura y de vanguardia en un combate interior con su yo, su juventud y la estética establecida”, valora el comisario. Asimilar todo esto, y verlo en sus fotografías, significa que también nosotros hemos sido capaces de situarnos fuera de la superficie brillante.