Jimmy P. | Terapia disfuncional 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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Inspirándose en una historia real, Arnaud Desplechin, en ‘Jimmy P.’, presenta un experimento cinematográfico, lleno de incertidumbres, que no profundiza en ningún tema concreto

Inspirada en una historia real extraída del libro Realidad y Sueño  de Georges Devereux, Jimmy P. es la historia de Jimmy Picard, un indio americano excombatiente de la II Guerra Mundial afectado de unas terribles dolencias en la cabeza que le impiden llevar una vida normal. Por esta razón, finalmente es recluido en un hospital militar donde se someterá a un peculiar tratamiento, bajo los dictámenes de un extravagante y apasionado antropólogo que tiene sus propios métodos, al margen de los convencionales.

Bajo las órdenes del francés Arnaud Desplechin en escenarios americanos, el papel de Jimmy P lo interpreta un huidizo y convincente Benicio del Toro, que nos recuerda al Joaquin Phoenix de The master. Más por las condiciones que experimenta el personaje, que por las peculiaridades de carácter en sí que lo conforman. Este protagonista, será tratado por el perspicaz Georges Devereux que interpreta Mathieu Amalric, al que también pudimos ver en el último y sensacional esperpento familiar de Desplechin, Un cuento de navidad. Pero en esta película, la segunda que llega a nuestro país de este director, los giros tornan y nos encontramos con un experimento que no acaba de cuajar.

La sensación que se experimenta es de incertidumbre. No solo por el montaje y el hilo argumental de la narración, que perfectamente podría ser un recurso válido y gratificante, sino porque por este tratamiento fílmico, que te lleva a pasar momentos de tedio, esperas que todo tenga una razón de ser, un profundizar más en un tema concreto que te deje con la sensación de un eh voilà! Pero no. La película, básicamente, narra la singular psicoterapia por la que atraviesa Jimmy P antes de su curación. Entre todo esto, surge una cómplice relación entre paciente y profesional que, sin duda, es lo mejor de una película inconexa y de guion poco amigable.