Rosana G. Alonso
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Tres décadas después de ‘JFK: Caso abierto’, Oliver Stone retoma en ‘JFK: Caso revisado’ la investigación que se abrió tras el asesinato de John Fitzgerald Kennedy para convertir las teorías de la conspiración en hechos contrastados

JFK: Caso revisado | StyleFeelFree
Imagen de la película JFK: Caso revisado | StyleFeelFree

Han pasado treinta años desde que Oliver Stone mostrara su versión del asesinato de John F. Kennedy en JFK: Caso abierto. En aquella ocasión, ante la dificultad de acceder a muchos de los archivos del caso que por entonces estaban clasificados, la película tenía que alimentarse de las teorías de la conspiración. Estas parecían bastante más creíbles que la verdad. Y para darles forma, solo la ficción podía sostenerlas. Con un Kevin Costner interpretando al fiscal de Luisiana Jim Garrison, el esbozo de entonces abría puertas de lo que ahora, a la luz de las nuevas revelaciones, puede verse como un golpe de estado. Así lo valora el cineasta estadounidense que vuelve sobre uno de los acontecimientos más trágicos de la historia de los EEUU para cerrar un capítulo en su filmografía. Para ello, ha partido de las investigaciones que James DiEugenio revelaba en JFK Assassintion: The Evidence Today.

A pesar de las evidencias, la película JFK: Caso revisado no será del agrado de todo el mundo. Para empezar, porque certificar que la CIA estuvo detrás del asesinato de JFK implica demostrar que las democracias, a nivel mundial, son una falacia. Se sabe que el entonces presidente de EEUU mantuvo peliagudas disputas tanto con los militares como con Allen Dulles, jefe de la CIA, a quien llegó a destituir antes de que lo asesinaran. De hecho, su intención era acabar con la Agencia Central de Inteligencia y hacerla responsable de sus operaciones improvisadas, muchas de las cuales se realizaban a espaldas de la presidencia. Es sabido que John F. Kennedy, uno de los presidentes más queridos por la ciudadanía, abogó por la paz y la diplomacia desde que asumió su cargo. Proeza que quedó demostrada cuando consiguió bajar la tensión tras la crisis de los misiles en Cuba.

Con los datos que se arrojan en el documental que vuelve a retomar el caso de JFK el espectador puede quedarse abrumado. Son innumerables los testimonios que aportan luz al asesinato de John F. Kennedy. Algunos, como los nuevos informes balísticos y los de la autopsia, tan esclarecedores, que sorprende que durante tantos años apenas se haya cuestionado el informe que emitió la Comisión Warren en 1964. Entre las figuras que se entrevistan está John Newman, historiador militar, comandante retirado de los servicios de inteligencia del Ejército y autor de dos libros sobre el caso JFK. En uno de ellos asegura que Kennedy tenía el firme propósito de retirarse de Vietnam. En otro, sostiene que la persona que pasó por ser el asesino del presidente, Lee Harvey Oswald, era muy probable, a juzgar por su biografía, que tuviese relaciones con la CIA.

Otro de los principales colaboradores en este categórico documental, aunque arduo por la cantidad de información que maneja, es Barry Ernest. Es el autor de The Girl on the Stairs: The Search for a Missing Witness to the JFK Assassination. En este libro examinó el testimonio de Victoria Adams, una mujer que trabajaba en el Depósito de libros escolares de Texas. Es el lugar desde donde, siempre según la Comisión Warren, Oswald disparó a Kennedy, hasta tres veces, desde su ventajosa ubicación en el sexto piso. Sin embargo, si eso fuese verdad Adams se hubiese topado con el supuesto asesino. Ella salió corriendo por las escaleras traseras del edificio justo después del asesinato pero no se encontró con nadie. Hay además varios testigos que corroboran su testimonio, pero la entrevista de esta mujer con la Comisión Warren fue destruida. Como esta, hay varias pruebas contundentes que refutan la versión oficial.

Aunque JFK: Caso revisado se aleja del nuevo documentalismo que está investigando texturas y tesituras es un filme necesario y rotundo. Rotundo porque tras la evidencia aparecen segundas y terceras lecturas que apuntan a nuestros sistemas democráticos. ¿Qué poderes reales tienen nuestros dirigentes? Y luego otra quizás más primordial, ¿de qué forma el asesinato de JFK cambió el transcurso de la historia universal? Eso es algo que ya no tiene reparación. Duele ver hasta qué punto convivimos con datos que nos muestran la cara más perversa de los sistemas que habitamos. Y duele, sobre todo, porque nos hemos acostumbrado hasta tal punto a la corrupción que nos convertimos en espectadores impasibles. Es cierto que hoy la trama tendría que urdirse de otra forma ya que nuestra realidad voyerista no lo permitiría. La década de los sesenta en los EEUU está plagada de terror y sometimiento. Hay material para muchas películas.
 

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