En un 8M marcado por la pandemia, colectivas y activistas de Iberoamérica se preguntan cuáles serán los retos del feminismo pospandemia
Hace un año, las calles resonaban con las voces de miles de mujeres exigiendo justicia. El grito de libertad y resistencia hacía vibrar las plazas de América a Europa. Esta vez, el 8 de marzo es distinto. Las mujeres hacen revolución desde la trinchera de la casa, de la cocina, de las redes sociales, desde la conciencia. Este Día de la Mujer, el feminismo no se detiene, el movimiento permanece desde la individualidad y la lucha en conjunto.
La pandemia ha llevado a repensar la forma en la que nos comunicamos, convivimos, y también, luchamos. El feminismo desde casa ha insistido en estos tiempos por la sororidad como herramienta para el cese a la violencia de género. En momentos de inflexión, en los que millones de mujeres tienen que convivir a diario con sus abusadores, mientras que otras sufren la peor crisis económica, es necesario detenerse a reflexionar. Cuando la pandemia haya terminado, ¿qué papel ocupará el feminismo pospandemia en esta nueva normalidad?
Después de más de un año por fin se alcanza a ver la luz al final del túnel. Los procesos de vacunación y el descenso en el número de casos brindan esperanza en un mundo pospandemia. Sin embargo, esta nueva normalidad también plantea un panorama crítico en cuanto a lo económico y con reflexiones que surgen de lo social.
La crisis sanitaria visibilizó la precarización laboral, la profunda brecha salarial, la abnegación de los derechos de trabajadoras, el fallido sistema de salud. Y en el caso de las mujeres, el machismo y la violencia doméstica. En un mundo posconfinamiento, estas problemáticas son retos a los que la sociedad debe de hacer frente. El feminismo es una de las aristas que plantea soluciones.
La lucha se hace unidas
Por su parte, agrupaciones feministas y de mujeres, se han mantenido en el bastión por la defensa de sus derechos. La causa ha insistido en la aprobación de reformas en materia de decisión sobre los cuerpos, regulación de los espacios laborales y mecanismos judiciales que beneficien a las víctimas de abuso y violación.
Pensar el mundo pospandemia es también hacer un análisis del espacio. La casa e internet se han vuelto nuevos escenarios para hacer política. La ocupación de las calles permitía generar un impacto y una representatividad, que la pandemia llegó a disminuir. Colectivos de todo el mundo señalan que el avance, que en muchos casos se había conseguido con las protestas masivas se vino abajo. No obstante, también es una oportunidad para trabajar desde la individualidad, construir debate y reapropiación de lugares que se consideraban enemigos. Dentro de estos mismos círculos han surgido divisiones y una marcada transfobia. En esta nueva era, ellas coinciden en que el feminismo debe incluir a todes.
A su vez, este año ha sido un momento de desafío dentro de los mismos círculos feministas. Temáticas como la propuesta de la Ley Trans en España, y la Ley de Identidades en México han dado pie a discusiones sobre la inclusividad dentro del mismo movimiento. Ha sido un año en el que la discriminación ha ganado terreno. En un mundo crítico, las feministas plantean la necesidad de reformar los mismos enfoques y la necesidad de escuchar y visibilizar todas las voces.
Pan y Rosas – España, Argentina, Chile y México
Pan y Rosas es una organización internacional de mujeres trabajadoras, estudiantes y amas de casa con un enfoque anticapitalista. Se centra en la participación política mediante la manifestación y tiene un enfoque interseccional. En este sentido, incluyen a mujeres trans, negras, de condiciones precarias y migrantes. Para ellas la crisis se deriva de dos partes. De la pandemia, pero sobre todo, del sistema capitalista. Esta agrupación centra el feminismo desde una lucha que involucra a las pobres, ya que son las más afectadas.
Este colectivo señala que se debe continuar accionando desde las calles por los derechos laborales de las mujeres trabajadoras de primera línea, enfermeras, jornaleras, y todas aquellas afectadas por la pandemia. “Necesitamos fortalecer un movimiento de mujeres combativo y en las calles, arrancar el aborto legal en todo el país y enfrentar el feminicidio”. Lo siguiente es recuperar el foco, impulsando una agenda que fomente la participación de las más marginadas, para empezar a construir desde ahí, indican.
Fundación Rosa Luxemburgo – Sede España
Inspirado en la figura revolucionaria de la socialdemocracia, Rosa Luxemburgo, es una organización internacional centrada en la formación política y la difusión científica. Mediante proyectos de autogestión desde la política izquierdista, busca apoyar la igualdad e incluir el feminismo dentro de su fundación. Durante el ciclo de seminarios “Por ser mujeres, España Feminista”, organizado por el Instituto de las mujeres, Nuria Alabao, señaló el papel y la fuerza del feminismo como contrapeso político de la intromisión de la extrema derecha.
“El antídoto contra el fascismo es el feminismo”, y la manera en la que se le debe de hacer frente a la realidad es mediante políticas públicas. En un momento en el que la extrema derecha cobra fuerza, e incluso se ha servido de la pandemia para acrecentar su posición, es necesario formular un contrapeso gubernamental, señala. “Las derechas basan su sistema en crear limitantes para los movimientos pro derecho. El feminismo tiene que hacer frente a estas imposiciones y ser una forma de resistencia”. Es por ello por lo que mediante la apropiación del discurso y la generación de uno propio se puede construir una barrera que frene estos ataques.
Mujeres Incendiarias – Latinoamérica
“Construyamos lugares donde el patriarcado no esté”, dice Regina Gómez Iturribarria, una de las creadoras de esta organización de mujeres artistas latinoamericanas que, desde el feminismo, politizan sus problemas. Aborda los estudios sobre el cuerpo, la revolución feminista desde el amor a la piel que se habita. El movimiento tiene un enfoque necesariamente colectivo, pero que solo se puede entender desde el trabajo individual, desde la formación y deconstrucción patriarcal. Habla de la pandemia desde un asunto de autocuidado, de autocompasión.
La respuesta que debemos de hacer como feministas después de la pandemia es ponernos en la otra esquina y pensar cómo es el mundo que queremos habitar en común, señala. “Se debe crear un diálogo compartido con mujeres trans y racializadas. Construir mundos que habitar en conjunto”. Considera que aún estamos un poco lejos de pensar un feminismo pospandemia, al menos en Latinoamérica. Pero sin duda se debe retomar este espacio y mediante el trabajo individual de deconstrucción comenzar a plantearnos estas preguntas.
Colectiva Feminista Radical Chile
Este proyecto chileno surge de la iniciativa de mujeres inclinadas por la rama radical. Su objetivo es crear espacios de acompañamientos y activismo tanto en redes sociales, como en las calles que apuesten por un feminismo en todo el territorio nacional. En entrevista, ellas señalan que el contexto de la pandemia ha puesto en relieve tanto la importancia fundamental de las contribuciones de las mujeres, como las cargas desproporcionadas que soportan. Las mujeres se enfrentan a un aumento de la violencia doméstica, a tareas de cuidados no remunerados, al desempleo y a la pobreza.
La mayoría de los países que han contenido los efectos de la Covid-19 y reaccionan con más éxito ante sus impactos sanitarios y socioeconómicos, están dirigidos por mujeres, señalan. Sin embargo, las mujeres son jefas de Estado y de gobierno en tan solo 20 países del mundo. Es por esto por lo que uno de los principales retos del feminismo pospandemia es defender los derechos representativos de las mujeres. También argumentan que se deben integrar las perspectivas de las mujeres y las niñas, en toda su diversidad, en la formulación y aplicación de políticas.
Nuestro próximo paso en esta lucha es dejar en visto que la diferencia entre sexos es una realidad que ha quedado muy expuesta durante la epidemia. “Es importante nuestra total participación y la toma de decisiones de forma plena y efectiva en la vida pública, así como la eliminación de todas las formas de violencia contra las mujeres y niñas, la distribución equitativa de los cuidados y el trabajo doméstico no remunerados”.
Artemisa Colectiva Feminista – Argentina
Esta red autogestiva de mujeres argentinas de Zapala, representa la nueva cara del estandarte de la Marea Verde. Después de 30 largos años de lucha, la interrupción legal del embarazo es ley. “Esto indudablemente nos dio fuerzas para seguir luchando. Nos posicionó en un lugar que hace rato venimos buscando y se hizo posible por nuestro deseo de que el aborto sea legal. Sin embargo, todavía existen sectores que siguen siendo minimizados, violentados e invisibilizados”, explican.
El mayor reto es el incremento en los casos de violencia de género. En Argentina hay un feminicidio cada 23 horas. El siguiente paso es continuar con un transfeminismo más justo para todas. Lo que sigue, señala, es implementar la Ley de educación sexual integral y crear espacios con perspectiva de género, donde se eduque a partir de la empatía. “Debemos exigir una reforma judicial feminista porque estamos convencidos de que el problema se encuentra ahí, la complicidad entre la justicia y el Estado que sigue apañando el pacto patriarcal sobre nuestros cuerpos”.
Ni Una Menos y Colectiva SISI – México
Después de la pandemia, señala Argudin Nicole, integrante de estas dos colectivas, el feminismo pospandemia tiene que buscar realizar un análisis del mismo movimiento, desde una posición interseccional. La pandemia visibilizó aún más que el ser mujer no es el único motivo por el cual se vive la violencia, sino por un conjunto de identidades que están en juego. “El asumir que las mujeres somos diversas, nos permitirá enfrentar estas desigualdades que se generan”. Así mismo, reitera que generará que todas se puedan sentir parte de un movimiento.
“Tenemos que abrazarnos entre nosotras con todas nuestras identidades, desde todo lo que nos conforma; no solo como mujeres, sino como parte de un grupo vulnerado de manera sistemática”. Después de la crisis tenemos que cuestionarnos desde el género, la pobreza, el trabajo sexual y la transfobia que otras ejercen. Las mujeres sufren violencia desde muchas vertientes, no solo desde un sujeto hombre, sino por todo un sistema. El feminismo pospandemia, defiende, ya no debe tener un enfoque individualista, debe de pensar en nosotras en contra del sistema.