Rosana G. Alonso

Anna Muylaert vuelve a explorar en ‘Madre solo hay una’ en las relaciones materno-filiales desde una perspectiva que no encuentra acomodo

Madre solo hay una | StyleFeelFree
Fotograma de Madre solo hay una | StyleFeelFree

Hay una toma de conciencia sobre la realidad en las películas de Anna Muylaert. Desde este lugar que se evidencia en un estilo que busca la pureza de lo auténtico en tomas poco manipuladas visualmente, espléndidamente ruidosas, logra que los personajes fluyan sin estar demasiado condicionados por una entrometida dirección que tiende a convertirlos en puro celuloide. La brasileña insta en situarlos así para reincidir en las relaciones materno-filiales, una temática que lleva realizando desde su primera incursión en el largometraje con Durval Discos (2002), su cinta más elocuente e impactante hasta la fecha, con la que inició una andadura que gira en torno a las estructuras familiares y que prosiguió en su último proyecto, Una segunda madre. Desde este punto de vista, la realizadora busca la solidez de los retratos protagonistas, en agudos enfoques psicológicos que tienden más a ofrecer la visión de los hijos, asfixiados por las relaciones con sus madres, o de alguna manera, en conflicto con ellas. No es de extrañar entonces que el personaje central de su nuevo proyecto sea un adolescente que se descubre que fue robado al nacer, por lo que es conducido a su nuevo hogar con sus padres biológicos. Ello implica que tiene que acomodarse nuevamente a otra disciplina, a otro núcleo, a otro lugar. La historia inspirada en un caso real que sacudió a Brasil hace algunos años, busca la forma de acomodarse, pero no encuentra acomodo posible. Los personajes fluctúan. Entran. Salen. Desaparecen. Incluso la misma actriz, Dani Nefussi, interpreta a las dos madres, la biológica y la que crió al protagonista de la historia hasta los 17 años. Aquí la directora hace un guiño al mismo título. Madre solo hay una.

Cámara en mano Anna Muylaert compone así su película más incierta, supuestamente con premeditación, a pesar de basarse en una historia real. El personaje central interpretado por Naomi Nero sufre de esta misma incertidumbre. Los conflictos de la historia encuentran un paralelismo con la incipiente sexualidad transgénero de su protagonista, y su forma de inadaptarse a un nuevo hogar que no percibe como propio. La lecturas pueden ser múltiples y evidentemente los focos de esta película tienen un entramado muy contemporáneo que habla de realidades en transformación, de los nuevos núcleos familiares, de las nuevas formas de entender y percibir la sexualidad, de las relaciones intergeneracionales o del peso de la tradición anticuada frente a la concepción de un mundo que sobrelleva el énfasis en individualidades que chocan con sociedades marchitas que buscan la forma de perpetuarse; si bien como espectadores, percibimos como esta nebulosa continúa más allá de la proyección.
 

Tráiler de Madre solo hay una | StyleFeelFree Youtube

FICHA TÉCNICA
Título original: Mãe só há uma (Madre solo hay una)
Dirección: Anna Muylaert
Guión: Anna Muylaert
Fotografía: Barbara Alvarez
Diseño de producción: Thales Junqueira
Vestuario: Diogo Costa
Música / banda sonora: Berna Ceppas
Montaje: Helio Vilela Nunes
Reparto: Naomi Nero, Daniel Botelho, Daniela Nefussi, Matheus Nachtergaele, Lais Dias, Luciana Paes, Helena Albergaria, Luciano Bortoluzzi, June Dantas, Renan Tenca
Fecha de estreno España: 2 de noviembre de 2016
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