![Superposiciones: capeando las reglas clásicas del vestir [por precepto maximalista]](https://www.stylefeelfree.com/wp-content/uploads/2015/10/co-s.jpg)
- Minivestidos de corta y pega - 6 abril, 2024
- Las goth girls no quieren ser princesas, sino brujas - 18 marzo, 2024
- El denim se reinventa adoptando una nueva vida utilitaria - 21 diciembre, 2023
Las superposiciones explotan esta temporada otoño-invierno anticipando que el maximalismo tiene unas reglas propias que pueden extrapolarse a todos los estándares del vestir
Empezaron los japos. Rei Kawakubo (alma máter de Comme des Garçons), Yohji Yamamoto e Issey Miyake. Revolucionaron la concepción de la indumentaria aplicada al cuerpo desde finales de los setenta y los ochenta marcando un hacer nipón propulsor de una marca que ha llegado prácticamente intacta hasta nuestros días. Su técnica patronística impulsó entonces un ascetismo unisex envolvente y confortable que a día de hoy sigue reivindicando el uso de prendas muy holgadas que se superponen las unas a las otras. La revolución fue total. Se produjo una corriente que llega hasta nuestros días y que de momento parece haberle ganado la batalla a la tendencia opuesta, impulsada especialmente por la técnica y hacer italianos. Minimalismo exuberante —el de la impronta mediterránea italiana— frente a languidez desahogada y etérea que no parece sentirse cómoda perfilando y definiendo lo sexual sino al contrario, reivindicando la muerte de una feminidad/masculinidad que no deja de ser más que un obstáculo amparado por clichés y estereotipos.
CLAVE:
La única norma para componer superposiciones acertadas es seguir una evolución que muestre la particularidad de cada prenda en consonancia entre sí
Rei Kawakubo fue tajante al respecto. «Creo que los vestidos que descubren el cuerpo no son sexys», enunció. Ciertamente, con su indumentaria las mujeres no necesitaban curvas que exponer para evidenciar su condición femenina. Escondió el cuerpo femenino —también masculino— bajo capas y capas de tejido constituidas por superposiciones. La prensa no lo entendió. Sus primeros desfiles recibieron muchas críticas. Curiosamente —o no tanto— ocultar las formas del cuerpo resultó ser más escandaloso que mostrarlas. La revolución de la mujer sólo acababa de comenzar y junto a ella la del hombre. Sin necesidad de exhibir atributos-mercancía. Era otra alternativa a una revolución necesaria que consciente o inconscientemente parecía reivindicar la igualdad entre sexos sin importar las formas obvias del cuerpo o las imposiciones estéticas aberrantes. La lógica del arte también marcó un camino diferente para el vestir. Desde el principio las tiendas Comme des Garçons parecían más una galería de arte que una tienda de ropa. De hecho también servían como galería. Artistas como Cindy Shermann expusieron en ellas. Otros como Robert Rauschenberg o Francesco Clemente desfilaron para la marca. La moda comenzó a exigir un estatus robado por la tradición asociada a lo femenino, la costura y la coquetería.
Con estos antecedentes, las superposiciones que inundan hoy las pasarelas son más fácilmente asumibles, al menos en los desfiles. Abrigos sobre abrigos, cazadoras y chaquetas sobre abrigos, vestidos sobre pantalones, pantalones sobre pantalones… Todo está permitido siempre que el puzle sea acorde y esté marcado por un juego de escalera que no evidencia el cuerpo pero si la materia, una materia prima que sólo parece funcionar en la excelencia frente al sistema del bajo costo.
