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Una vez más, las mujeres con corbata han vuelto a las calles para recuperar la prenda fetiche de los hombres y abolir las jerarquías en el vestir
Superioridad, autoridad, astucia o elegancia. Con todos estos atributos que parece aportar la corbata, ¿por qué no probarla? Esto debieron pensar las primeras mujeres en atreverse a lucir uno de estos inservibles complementos masculinos. Aunque no se conoce bien su origen y son muchas las historias que se cuentan al respecto, este apéndice de la indumentaria para el hombre es ya un símbolo. En el caso del uso en mujeres estuvo, en un principio, ligado a la práctica de deportes, quizás por el hecho de que estas actividades eran algo reservado a ellos. Esto fue a principios del S.XX ya que los primeros Juegos Olímpicos en contar con participación femenina, en tan solo tres disciplinas, fueron los de 1900 en París. Más adelante, durante la Primera Guerra Mundial, con motivo de la falta de mano de obra, las mujeres reemplazaron a los hombres adoptando indumentarias varoniles.
Y todo este repaso para darnos cuenta de que, un siglo después, los hombres siguen llevando corbata, quizás no tanto, pero las mujeres tan solo a cuentagotas. La corbata, por su silueta, sigue siendo percibida como algo propiamente viril. Y posiblemente por eso las pocas mujeres que la usaron, lo hicieron más para subvertir el símbolo, más como un dispositivo contestatario, que como otra cosa. Fue en la década de 1930 cuando Marlene Dietrich sorprendía al mundo por su aspecto masculino que imprimía, en gran parte, su corbata. Todavía hoy recordamos con verdadera admiración la actitud y naturalidad con la que posaba ante la cámara vestida de hombre.
En 1930, casi un siglo atrás, las mujeres estaban reclamando derechos de igualdad y la corbata se convirtió en un complemento de poder. Por eso, con Dietrich abriendo la veda, que siempre se identificó con lo andrógino, la corbata tuvo su lugar en los armarios femeninos. La llevaron mujeres que no querían quedarse encerradas en un bonito vestido y unos zapatos de tacón. Se dieron cuenta de que podían optar por un traje sastre para acudir a una celebración y no dejar, por ello, de sentirse poderosas. Al contrario, la corbata les daba ese poder que el estatus quo les estaban arrebatando.
Mujeres con corbata de 1970 a 1990: indumentarias de éxito
Echando la vista atrás, nuevamente la primera actriz en acudir a la gala de los Premios Oscar de traje y corbata fue Diane Keaton en 1978. Por la misma época, sus estilismos en Annie Hall, de Woody Allen, habían sido una revolución. Ella fue la causante de que en este periodo la corbata entrara en los armarios de mujeres de todo el mundo. Unos años antes, era Patti Smith la que lucía corbata en la portada de Horses, su álbum debut editado en 1975. Se trataba de una fina corbata negra desatada sobre una camisa blanca. La fotografía estaba firmada por Robert Mapplethorpe, su pareja por aquel entonces.
Como ocurrió en 1970, en la década de 1990 hubo un repunte en el uso de la corbata. En este caso, corrió de la mano de personalidades como Madonna o Julia Roberts, que la introdujeron en sus estilismos. De hecho, uno de los mayores aciertos de Julia Roberts, en cuanto a vestimenta se refiere, fue en la gala de los Globos de Oro, en 1990, donde recibió el premio a Mejor Actriz por Magnolias de acero. La actriz estadounidense sorprendió a todos vestida de Armani con un traje de chaqueta masculino y corbata. Por esta época era habitual ver con corbata a figuras como Madonna o Diana de Gales. Mujeres que, a pesar del poder que habían conseguido, eran conscientes de que el poder lo seguían ostentando los hombres que seguían disfrutando de su abolengo de señor, que les llenaba de privilegios que para las mujeres eran impensables.
Cómo volver a la corbata, hoy
El estilo que se adopta en la actualidad relacionado con la corbata tiene más que ver con el de Malene Dietrich, en la década de 1930, que con el de Patti Smith en la de 1970. Es una androginia no de pose sino de reivindicación, de plantar cara a la situación y decir hasta aquí hemos llegado. La mujer es más consciente de su posición y está más predispuesta a desafiar las reglas del juego. Y nadie lo está sabiendo entender mejor que Gia Ford. Tras este nombre artístico tan hollywoodense se encuentra Molly McCormick que surgió en el mundo de la música en 2019 con el single Turbo Dreams. Ahora, la cantante británica lanza Transparent Things, su primer álbum que ve la luz este 13 de septiembre. Entre sus referentes, ella misma señala a Fleetwood Mac, Lana del Rey o Portishead.
CLAVE:
nuestras favoritas son las corbatas de estampados llamativos que se llevan con camisas unicolor. Y recuerda, si optas por una de rayas, la camisa siempre blanca.
Más allá de su música, la punzante voz de Gia Ford, y sus reflexivos mensajes, está su fuerte imagen. Una imagen muy cinematográfica que combina androginia, dramatismo y esnobismo. Su aspecto también tiene mucho que ver con el tándem creativo que ha formado con su amiga Melanie Lehmann. Ella es la fotógrafa que está detrás de su campaña visual. Este ángel caído, en alusión al video que acompaña a su trabajo Loveshot, reúne todas las características para convertirse en una de las estrellas del año. En realidad, ya hemos visto cómo muchas listas la incluían entre los nuevos artistas a seguirles la pista. Por ahora, nos quedamos con sus corbatas y trajes holgados de señor al más puro estilo Marlene Dietrich.