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Desde lo individual marcado por lo colectivo, ‘Zone’, de Christina Friedrich, que acaba de presentarse en el German Film Festival de Madrid, señala las heridas abiertas, y volcadas en lo corporal, para reflexionar sobre ellas
En el trabajo de Christina Friedrich (Nordhausen, Alemania. 1965) siempre predomina una dinámica común, aquella que habla de los cuerpos intervenidos por los sistemas que ignoran la voluntad personal. Al igual que el cuerpo, está el paisaje y su potencial de memoria. Elementos que recalan en Zone, su último largometraje que acaba de estrenarse en el German Film Fest Madrid 2024, una obra reflexiva que parece convocarnos y advertirnos de la deriva que está tomando Europa con el avance de la ultraderecha. En sí, la película no es, ni mucho menos, militantemente política en su sentido más literal. Deja abierta una puerta para que sea el espectador el intérprete de lo que sus sentidos captan. Sensorial hasta rendirse al ensueño que extasía, incluso, casi extrasensorial, el filme invita a la introspección que imprime los pasajes que Friedrich articula desde un convencimiento de que la poesía visual y sonora es un potente dispositivo narrativo. Desde este, la cineasta y escritora amplía el significado de la acción propiamente atribuida a unos personajes que están a merced de unos condicionantes. Por eso, sus intérpretes, en su mayoría actores y actrices que vienen de la escena teatral donde ha trabajado como escenógrafa de decenas de obras, se saben performers de situaciones ante las que reaccionan.
Seleccionada para la sección Harbour del Festival de Róterdam que imprime su sello de innovación a la temporada de festivales del año, Zone es una pieza exquisita en su puesta en escena que no deja indiferente. La forma de abordar el medio cinematográfico afronta una libertad absoluta que evita constreñirse a una espacialidad y temporalidad limitadas. Ni siquiera el hecho de que sea la adaptación de una novela previa que Friedrich escribió, Keller (2021), condiciona su proceder. Entiende que son formatos distintos y, como tal, aprovecha las posibilidades propias de cada medio. Desde lo fílmico encuentra un modo de hacer visible aquello que ignoramos o silenciamos. Todo ello, partiendo de un lugar específico a partir del cual emprende un viaje que recorre los estados emocionales distintivos de lo humano y, más concretamente, asociados a la condición femenina. De hecho, el cuerpo femenino es soporte a través del que experimentar el dolor, la tristeza y el deseo abriéndose paso ante el misterio de la vida y la presión social que se ejerce sobre él. Zone, no deja de ser un lugar de confrontación que busca una liberación poco probable si cuestionamos las estructuras desde las que, inevitablemente, buscamos autodefinirnos.
¿Qué tienen en común tus proyectos teatrales, literarios y cinematográficos? ¿Tienes una motivación principal?
(Christina Friedrich) Especialmente, todas mis obras son exploraciones físicas abordadas desde el lenguaje corporal. Existe una búsqueda física que está presente en todo mi trabajo. Se trata de cómo los sistemas actúan sobre el cuerpo en la sociedad, cómo actúan sobre la sensibilidad y la ternura de todos y cada uno de nosotros. La línea roja que establezco en todos los temas que planteo tiene que ver con la presión de la sociedad sobre el individuo, como cuando abordo temas de Georg Büchner o Hovart. Woyzeck, por ejemplo, es la lucha de un individuo contra la sociedad.
Zone es una película repleta de capas. Si tuvieses que definirla, ¿qué dirías, a grandes rasgos, que es: un coming of age, un diario íntimo que busca resolver el problema de la identidad, una epopeya que recorre la historia para psicoanalizar el presente, una distopía que conecta pasado, presente y futuro?
(CF) No es solo una historia sobre un coming of age, sino que, como dices, tiene muchas capas y has contestado todo en tu pregunta. Es una historia de la exploración del proceso para convertirse en un ser humano en tiempos difíciles, en tiempos de opresión. También es un viaje mítico a través de los paisajes. Los paisajes tienen un potencial de memoria, así como cuando están marcados por la muerte, por asesinatos con los que hemos crecido. Eso hace algo que repercute en nosotros y nos marca.
Entonces, ¿hay alguna experiencia personal directa en la película?
(CF) Lo personal es la forma en que siente la protagonista, su intensidad. Esta película está basada en una novela que escribí, Keller. La palabra keller significa sótano y, a grandes rasgos, sí que es mi biografía porque este libro tiene una arquitectura, un esqueleto muy personal. Tiene datos biográficos en ese sentido. No obstante, lo más personal es eso, la forma en que los personajes sienten, su intensidad. Eso es lo más personal del libro.
Y en esta adaptación de la novela a la película, ¿Cómo valoras el medio cinematográfico? ¿Es un desafío para ti o te permite canalizar mejor las ideas del libro?
(Christina Friedrich) Son dos estéticas y dos medios completamente distintos y no quería contar el libro en esta película, pero, al mismo tiempo, el libro se ha condensado y diluido en la película. Para mi el cine es un lugar mítico que permite contar o mostrar imágenes que yo nunca he visto, u otros no han visto, y que me da la posibilidad de acercarme a otros mundos.
Y la experiencia teatral, ¿qué importancia ha tenido tu experiencia teatral a la hora de abordar la película?
(CF) Evidentemente mi experiencia en el teatro me ha permitido contar con un grupo de gente, de actores, que ya conocía. Excepto las dos protagonistas, tanto la que hace el papel de joven como la mayor, son actores y actrices con los que he trabajado a lo largo de mi vida. Para mí, trabajar con actores de teatro es un privilegio y es un recurso que tengo y que es único a la hora de hacer películas, porque he hecho 70 puestas en escena y todos los actores que aparecen en la película vienen de esas puestas en escena, de esas escenificaciones mías. Es gente que sabe trabajar con sus sentimientos y desarrollar sus interpretaciones llegando a esos sentimientos que son propios.
Existe también una clara diferencia entre el teatro y el cine, sobre todo, en la relación con el tiempo. ¿Qué importancia ha tenido el teatro a la hora de abordar el tiempo en Zone?
(CF) No entiendo el tiempo como algo horizontal sino como algo vertical y, precisamente, la película trata de descubrir las capas del tiempo, momentos que son inesperados y que ya existieron. No se trata de escribir una cronología ordenada sino, precisamente, de un conglomerado de distintos tiempos o momentos.
Creo que la búsqueda física y el lenguaje corporal se advierte mucho en esta película. El cuerpo considero que es muy importante como una identidad repleta de significantes, de hecho, hay un plano en contrapicado que enmarca a la protagonista como una efigie casi sobrenatural enfatizando sus atributos de mujer, ¿qué te interesa del cuerpo, de la representación del cuerpo?
(Christina Friedrich) El cuerpo es algo así como un almacén de memoria. El cuerpo es el portador de mensajes, es un paisaje altamente sensible, que no tiene voz, pero que habla. No solo existe, sino que, ¿cómo definirlo? Todo lo que no vemos y sobre lo que trabajamos en el momento presente forma parte del cuerpo. Todas las sensaciones, todas las heridas que se le infligen al cuerpo, todos los dolores, todas las influencias que recaen en él, como material que es, acaban siendo la verdadera voz narrativa de una historia.
En sí, sorprende mucho como la narrativa está construida con elementos que esquivan lo textual. No solo el cuerpo es altamente narrativo, sino la fotografía y la música son muy importantes y claves para contar la historia. ¿Hasta qué punto configuran la narración y cómo aúnas estos elementos para configurar la película?
(CF) La música es, sin duda, muy importante como medio, como vía para llevar al cuerpo de una manera sinfónica, de una manera orquestal como protagonista de la historia, como un río, como una suerte de creación. En cuanto a la imagen, tengo una gran afinidad con la imagen, pero cada imagen es de vital importancia. No me gusta que aparezcan cosas en una imagen que no sean absolutamente necesarias. Es como un espejo pluridimensional que va realmente a la profundidad de las cosas.
Por otra parte, las huellas del pasado son una de las claves de la película, quizás la más significativa. ¿Buscas extraer alguna enseñanza del pasado o solamente es una constatación de que lo que somos es lo que fuimos y el pasado sigue siendo crucial en la forma que tenemos de relacionarnos?
(CF) El pasado, la topografía en la que crece esta niña, es un pasado oscuro, es un pasado que tiene que ver con el asesinato de trabajadores esclavos, de personas que están relacionadas con esa tierra. En ese sentido, el pasado es un factor clave que contribuye a definirnos. No podemos escaparnos de ese pasado sin más. Aunque nos afecta de forma diferente. A unos probablemente no les afecte, pero esta niña tiene una sensibilidad especial. Es capaz de sentir todos los vacíos de la historia, los vacíos del tiempo los siente con su cuerpo como si fuera una varilla de zahorí. Está tan íntimamente relacionada con el pasado, enraizada en la historia, que se convierte en parte de su presente.
Los abusos del poder también me parecen cruciales en la película, ¿de qué forma querías canalizar esto?
(Christina Friedrich) La niña lucha contra un sistema predominante, rígido y muy patriarcal. Es un sistema que tiene muchos representantes, en la medicina, por ejemplo. Está el sufrimiento de su madre, el cuerpo de su madre que es humillado por representantes del sector médico. Los representantes del estado son omnipresentes y ocupan de forma permanente un cuerpo que busca, un cuerpo que no se adapta, un cuerpo débil, para ocuparlo, educarlo, para intentar enderezarlo y corregirlo.
Consideras que Zone es una película feminista. Si es así, ¿en qué sentido?
(CF) Sin duda es una película con una perspectiva muy femenina, pero no es una película declaradamente feminista. Tanto la protagonista como yo abordamos el dolor, la humillación, la incapacidad para poder hacer algo, es como una suerte de rebelión contra este tipo de humillación, de impotencia. Todas las mujeres —la madre, la niña, la abuela— son mujeres en un mundo mítico. Ellas están buscando el amor, aceptan el dolor y todo esto es algo que tiene mucho que ver con la condición femenina.
Entroncando con las alusiones continuas a la historia que hace Zone y la violencia derivada de esta historiografía, ¿cómo valoras el avance de la ultraderecha en Europa y, más concretamente, en Alemania?
(Christina Friedrich) Es una situación terrible y deprimente. Parece evidente que la historia no tiene un potencial revolucionario y empírico, porque de lo contrario no se explica la manera colectiva de ignorar los hechos de la historia. Sin embargo, no me sorprende el avance de la ultraderecha ya que es fácil constatar cómo todos los rituales que evocan la memoria asociada a determinados días festivos nunca antes habían desatado semejante carga de agresividad y desprecio hacia los extranjeros y los que son diferentes.