Josep Renau. Fragmentos olvidados 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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El Museo Reina Sofía rescata del olvido la obra cinematográfica de Josep Renau, situándolo como una pieza clave de la historiografía del siglo XX

Como veíamos en el documental El silencio de Otros de Almudena Carracedo y Robert Bahar, durante la transición a la democracia española se impuso el silencio con la Ley de Amnistía de 1977. El silencio, además, barrió para debajo de la alfombra el nombre de muchas figuras esenciales en el transcurso de la Guerra Civil Española. A todos, tanto a los villanos, como a los héroes, como a los sin nombre que se vieron atrapados en una contienda que no querían, se les confinó al mismo lugar. El de la desmemoria colectiva. Entre estos nombres, la figura de Josep Renau (Valencia, 1907-Berlín Este, RDA, 1982) resuena indispensable. Si bien, el gestor que salvó los tesoros artísticos del Estado español mientras ocupaba el cargo de director general de Bellas Artes en la II República, el artista que cuenta entre sus obras más destacadas con los fotomontajes de The American Way of Life que se mantienen con una vigencia extraordinaria, y el teórico que quería un arte vivo, para la gente, alejado de los museos, sigue sin tener el reconocimiento que debería haber tenido hace décadas. Prueba de ello es que parte de su obra se ha perdido y hasta hace poco, su producción cinematográfica estaba en el olvido, esperando que alguien la recuperase.

El Museo Reina Sofía saca ahora a la luz el material cinematográfico de Josep Renau que recopila en un ciclo de tres sesiones que trata de saldar una deuda con el artista. Así lo considera Manuel Borja Villel, director del Museo Reina Sofía, explicando que “en Renau se une lo político y lo poético que hacen de él una figura esencial que es necesario estudiar”. Un estudio que en este caso han llevado a cabo Luis E. Parés y Chema González siguiendo su rastro desde México al Berlín Este, y que nos permiten situarlo como una pieza fundamental que aquí comienza con la Guerra Civil española, atraviesa una Europa herida y se polariza en la Guerra Fría, de la que Renau vuelve a ser protagonista desde un posicionamiento político en la República Democrática Alemana, donde se estableció en 1958, como exiliado español, después de una temporada en México.

Precisamente en México es donde comienza esta incursión en lo audiovisual. Allí Renau se familiariza con la televisión por intermediación de Carlos Velo que dirige Tele Revista, un noticiero cinematográfico fundado por Manuel Barbachano Ponce tras su vuelta de los EEUU. Lo explica Luis E. Parés que coincide con Chema González en que esta primera exploración cinematográfica, no obstante, no acabaría por llenarle como artista. “Un trabajo anónimo, industrial y alimenticio” según lo define González. Esto le llevaría a saltar hacia la RDA, donde tenía la esperanza de publicar sus fotomontajes. Pero, casualidades de la vida, aunque en Alemania no pensaba seguir con la imagen en movimiento, su contacto allí, Walter Heinowsky, acababa de ser nombrado director de la televisión pública alemana. Y es a partir de este momento que comienza a experimentar con un medio de masas que le da la posibilidad, al mismo tiempo, de hacer un trabajo dinámico, genuino, político, de carácter abierto, público, didáctico y vanguardista, con sus extraordinarias dotes como dibujante aventajado, que lo colocarían como artífice del acuñado film gráfico.

“Renau inventa un nuevo medio, dotando de una nueva dimensión al dibujo y mostrando su capacidad de ir fagocitando diferentes técnicas de vanguardia e ir incluyéndolas en diferentes contextos” asegura Chema González. La comparación aquí con Le Mystère Picasso realizado por Henri-Georges Clouzot en 1956 es pertinente. Sin embargo, donde en un caso vemos al artista-genio, como apunta González, en el caso de los films gráficos de Renau vemos al hombre que creía verdaderamente en el ideal socialista en un siglo XX en el que aferrarse a un ideal era, para algunos, el único camino de aferrarse a la vida. Esta convicción es la que da unidad a todo el trabajo de Josep Renau, incluyendo sus idas y venidas. Como sintetiza Parés, “hay una extraordinaria coherencia en todo lo que hizo en su vida”. Coherencia que se manifiesta incluso en los contrastes, en los fragmentos y en los silencios que nos hacen entender una época, desde un lugar, que nos habilita para completar un relato de pérdidas y de presentimientos que desembocan en el mundo de hoy. Todo un hallazgo.
 

Fragmento de las piezas cinematográficas realizadas por Josep Renau en el exilio, cortesía del Museo Reina Sofía | StyleFeelFree Youtube