Heartstone, corazones de piedra | La dificultad del yo en el entorno 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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La búsqueda de la identidad que esculpe ‘Heartstone, corazones de piedra’, del islandés Gudmundur Arnar Gudmundsson, evoluciona en sintonía a una fotografía que se adapta a su ritmo

En la primera secuencia que abre Heartstone, corazones de piedra un grupo de adolescentes en plena pubertad acaban pisoteando a un pez escorpión por encontrarlo exótico y diferente al resto de pescados que habían capturado, en un soleado día de verano atrapado por la cámara en todo su esplendor. Este primer acto, a modo de extracto, condensa metafóricamente el relato de una cinta que evoluciona extraordinariamente al ritmo de la luz y la estación que avanza bruscamente del calor al frío gélido. Salpicada por una luminosa fotografía que capta sensaciones descubriendo Islandia en toda su belleza, Heartstone atrapa desde esta primera toma de contacto. A partir de aquí, Gudmundur Arnar Gudmundsson, su realizador y guionista, sigue meticulosamente la historia desenvolviéndose en consonancia con la naturaleza arrolladora y esa climatología abrupta que progresa junto a sus personajes. Aquí, Sturla Brandth Grøvlen, director de fotografía, que ya dejó su impronta en Victoria de Sebastian Schipper, ha sabido acoplarse a lo que pide el guion, adaptándose a sus circunstancias y recordando las sensaciones vívidas de Call me by your name, aunque en este caso con más registros lumínicos que avanzan y retroceden según conviene.

El itinerario marcado por Arnar Gudmundsson está basado en sus propios recuerdos infantiles. Esta familiaridad con lo que cuenta transforma la cinta en una búsqueda que trasciende más allá de lo biográfico, persiguiendo una expiación a la memoria. Por eso, en lugar de acercarse al relato desde lejos, se aprecia una cercanía que guía a estos protagonistas, conformando un binomio cinematográfico muy atractivo al encontrar una conciliación a sus diferencias. Con este proceder no solo asistimos a una evolución del argumento sino de los personajes que participan en un proceso de maduración, no exento de traumas, significativos en el caso de Christian (Blær Hinriksson), que no sabe cómo encauzar la realidad de un yo sexual que comienza a manifestarse, revelándose en contra de lo normativo. En esta dimensión de su personalidad naciente hay una escena memorable y magnífica. Se zambulle en un lago y grita en la profundidad silenciosa y asfixiante evidenciando su desesperación. Su grito ahogado plasma la intensidad del drama que busca, más allá de lo superfluo, entrar en este conflicto de la sexualidad, con una sensibilidad propia de Sean Baker, el cineasta estadounidense que recientemente estrenó The Florida Project. El sentido de fraternidad y la comprensión, sin entrar en dilemas morales, está muy presente también en el ejercicio de este realizador que aspira a situar la filmografía islandesa en un lugar privilegiado.
 

Tráiler de Heartstone, corazones de piedra | StyleFeelFree Youtube