Gemma Aguilar
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Manuel Fernández-Valdés se enfrenta en ‘Angélica Liddell [Una tragedia]’ a la dramaturga Angélica Liddell. 83 minutos de metraje que se centran en los ensayos de una de sus obras, para inmiscuirse en el reverso de sus costuras

Angélica Liddell [Una tragedia] articulada a modo de diálogo con Fragmentos sobre el libro de Mallarmé a cuyas citas se acerca o se aleja […] Retrato en negro sobre fondo negro con fundidos a blanco.

Angélica Liddell | StyleFeelFree
Fotograma de Angélica [una tragedia] | StyleFeelFree
SINOPSIS
En la primavera de 2013, el cineasta Manuel Fernández-Valdés entra con su cámara en los ensayos de la obra teatral de Angélica Liddell Todo el cielo sobre la tierra. El síndrome de Wendy, con la intención de aproximarse a la autora y testimoniar su modo de hacer. El resultado recoge un peculiar diálogo personal que nos regala una lectura entusiasta e hipersensible, particularmente apta para no iniciados.

Presupuestos o haber mostrado cómo elevarse hacia esas cimas

El arte supremo, aquí, consiste en dejar ver, por una posesión impecable de todas las facultades, que se está en éxtasis, sin haber mostrado cómo elevarse hacia esas cimas.Stéphane Mallarmé, Fragmentos sobre el libro

Desbordando el escenario hasta rebosar la pantalla, toda Angélica en uno de sus monólogos. Negro sobre negro. Objeto y sujeto erótico en fricción capaz de estremecer a la última fila. Sin preámbulos, el clímax interpretativo de la autora justifica por sí solo todo lo que Manuel Fernández-Valdés coloca tras la cabecera, articulado en torno a una mirada impresionada que, virginal, tropieza con el espejo en el cual Liddell exorciza el síndrome de Wendy, maravillosamente Alice con su Peter Pan particular en la isla de Utoya (Neverland).

Durante varias sesiones de ensayos de la obra Todo el cielo sobre la tierra. El síndrome de Wendy, la cámara de Manuel nos permite escrutinar el reflejo de Angélica, hasta apreciar el estrecho límite que media entre lo virtual y lo real.

Imagen diáfana como un Gran vidrio  [1]: engranaje intelectual en torno al dolor del irreversible tránsito a la madurez. Soltera stripper de las bragas de oro sin prometidos.

Permanecemos concentrados en ella, primero; más dispersos después, al abrirse el plano y presenciar la actuación conjunta de espaldas a nosotros, más acá del espejo. Entonces, la cámara (la mirada de Manuel) se inquieta abriéndose en el espacio, exploradora. Desinhibida, se mueve entusiasta entre Angélica y los actores, entre Angélica y el decorado: bellos planos medios sobre fondo negro. Planos detalle. Disfrute. Siempre elegante, la mirada parpadea en fundido a blanco para abrir paso a imágenes de dibujos anotados en los que Angélica esboza sus ideas (trazos de pensamiento, asociaciones: la obra en preliminares). Trabajo ubicuo. Fragmentos de su diario sobre fondo blanco. Necesidad impulsiva de escribir. De relatarse.

… he sentido síntomas muy inquietantes causados por el solo acto de escribir, y la histeria iba a comenzar a perturbar mi palabra. Stéphane Mallarmé, Fragmentos sobre el libro

Sobreescribir a J.M. Barrie con guiños a Lewis Carroll e incluso a Marcel Duchamp o a Juan Marsé. Testimoniar el proceso hasta llevar al límite las palabras. Maurice Blanchot, La locura de la luz: «¿Un relato? No, nada de relatos, nunca más.»

Fragmentos sobre Angélica Liddell

Ella, que asegura apaciguar su turbación con la expresión verbal o gráfica, fotográfica; paso a paso, va conformando su pieza.

Después, me he dicho, en las horas de síntesis necesaria “voy a trabajar con el corazón” y siento mi corazón (sin duda toda mi vida estriba ahí), y el resto de mi cuerpo olvidado, salvo la mano que escribe y ese corazón que vive, mi esbozo se hace –se hace–. Stéphane Mallarmé, Fragmentos sobre el libro

Escoger medias y, Cenicienta sin príncipe, acertar con sus zapatos. Colocar flores entre las páginas de un libro. Comer tierra con bonus track de abono sintético. Samuel Beckett, l’image: «La langue se charge de boue un seul remède alors la rentrer et la tourner dans la bouche la boue l’avaler ou la rejeter question de savoir si elle est nourrissante et perspectives sans y être obligé par le fait de boire souvant j’en prends une bouchée…» [2] Una planta descolocada. Náuseas en ausencia de embarazo. Complicidad. Temor a que una bofetada logre naturalidad a costa de perder su impostura: miedo al daño gratuito. Camaradería. Reclutar una pareja de bailarines callejeros en Shanghai. Escoger vestuario. La belleza (imposible en escena) del vals en plano cenital. Placer estético. Breve ensayo para mover el cuerpo sin cohibición: desenfreno modulado. Entrenarse en recitar una frase hasta convertirla en una oración desacralizada. Intensidad. Dar réplica en un idioma desconocido. Dificultad. Cantar en playback a Camela. Relax.

Coda o qué hace un chico como tú en un sitio como este

Anticipando el estreno, los latidos de Angélica en su habitación de hotel en Viena se acompasan a Bach en el desayuno cuando todavía vibran nuestros tímpanos al son de The Animals: La casa del sol naciente.

2.26 Que ella os hiera, si de vuestras heridas salen púrpura y rubíes. El hombre está hecho para sangrar. Me alegro de estar en el número de vuestros torturadores. Stéphane Mallarmé, Fragmentos sobre el libro

La cuchilla de Angélica desgarra el relato en el fuera de campo y es la voz en off del realizador la que, sin quebrarse pero con cierto bochorno (se diría que hasta el rubor), da cuenta de esta ruptura al tiempo que de su compromiso personal con el proyecto (su correspondiente ejercicio de desnudamiento). Es evidente, a la altura del relato, que el director ha cumplido su objetivo pero queda claro también que, pese a la premisa de libertad de trabajo inicial, se ha visto sometido a un final abrupto por inesperado sin que, afortunadamente, el resultado se haya resentido del impacto más que ganando en autenticidad por la honestidad que de la relación director-autora desprende. Veracidad y eficacia en un retrato de trazo certero.

Yo añadiría que se convertirá, […] en la prueba inversa de mi sueño, que, habiéndome destruido, me reconstruirá… Stéphane Mallarmé, Fragmentos sobre el libro

Al final, sobre el escenario a punto pero sin actores, mientras lleva a cabo el ensayo general de la iluminación, Carlos Marquerie narra para sí la obra a micrófono abierto, el día del estreno mundial en Viena. Anticlímax geométrico que da paso a los títulos de crédito.

Referencias:
[1]. Gran Vidrio, Marcel Duchamp, 1934. Se conoce también como La novia desnudada por sus solteros.
[2]. La lengua se carga de barro un solo remedio entonces meterlo y darle vueltas en la boca el barro tragarlo o rechazarlo cuestión de saber si es nutritivo y perspectivas sin estar obligado por el hecho de beber con frecuencia cojo un bocado… Samuel Beckett, la imagen  (traducción propia)

 

Tráiler de Angélica [una tragedia] | StyleFeelFree Youtube

FICHA TÉCNICA
Título original: Angélica [una tragedia] / Angélica a tragedy
Duración: 83 minutos
Dirección: Manuel Fernández-Valdés
Guion: Manuel Fernández-Valdés
Fotografía: Manuel Fernández-Valdés
Producción: Ester Rodríguez Sánchez
Montaje: Manuel Fernández-Valdés
Reparto: Angélica Liddell
FESTIVALES Y PREMIOS
Festivales:
18 Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires (BAFICI): Estreno mundial
Doclisboa 2016: Estreno europeo
21 Festival de Cine Internacional de Ourense (OUFF): Estreno español
Festival // Tokyo (FT) 2016: Estreno asiático