Silencio | Scorsese vuelve a brillar 

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Rosana G. Alonso

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Tras años de un hacer estandarizado a los requisitos del cine más puramente comercial, Martin Scorsese vuelve a recuperar con ‘Silencio’ el brío que lo catapultó como uno de los mejores directores, de impronta estadounidense, de todos los tiempos

Por las mismas fechas en las que Martin Scorsese estrenaba La última tentación de Cristo  al más puro estilo Pasolini, con un arrollador Willem Dafoe, comenzó a contemplar la posibilidad de adaptar Silencio, la novela del japonés Shusaku Endo, con la que podría volver a dirigir un relato que le permitiría nuevamente establecer disyuntivas en torno a la fe, un tema que sin ser determinante en su filmografía, sí le ha interesado ya que como reconoce “uno de los pilares de mi vida sigue siendo la espiritualidad católica romana, y esa espiritualidad estaba relacionada con la fe”. Pero han tenido que pasar prácticamente tres décadas para que el italoamericano pueda al fin ver satisfecho el deseo de llevar al cine la película con la que además, todo parece indicar que cierra una etapa sin Leonardo DiCaprio con quién realizaría sus filmes más comerciales, alejándose así de sus mejores obras, a las que puso el broche de oro con Casino. Esto a juzgar por su anunciada nueva película para 2018, The Irishman, en la que según se ha divulgado reunirá a Joe Pesci, Robert de Niro, Al Pacino y Harvey Keitel, retrotrayéndonos, en buena parte, a uno de sus míticos trabajos, Uno de los nuestros.

Con un elenco heterógeneo, Silencio  cuenta con la presencia de actores, tanto norteamericanos que encajan espléndidamente en los papeles principales (Andrew Garfield, Adam Driver, Liam Neeson) como asombrosas interpretaciones secundarias de actores japoneses (Yosuke Kubozuka, Issei Ogata, Shin’ya Tsukamoto, Tadanobu Asano) que han sabido entender las necesidades de una trama que sumerge al espectador en el Japón del siglo XVII, aunque por motivos presupuestarios la película haya sido rodada en Taiwán. Ello no impide que tanto las localizaciones como la excelente fotografía diluciden un periodo histórico poco conocido en el cine que el realizador de Taxi Driver  plantea evitando caminos trillados y arriesgando en un relato universal, aunque su trasfondo sea religioso, en el que se introduce sin circunloquios para dejar patente que si ha estado en silencio durante una década, sin revelarse a la jerarquía comercial del cine estadounidense, no era precisamente porque se hubiese quedado sin recursos o discursos. Visto su Silencio, se podría conjeturar que en ocasiones es preferible claudicar y esperar tiempos más propicios. Este parece ser, nuevamente, el tiempo de Scorsese. El tiempo de no claudicar. El tiempo de volver a quitarse la máscara. Silencio, en este sentido, es más que una mera película en la trayectoria de Martin Scorsese, es una cinta de purificación con la que parece volver a retomar un camino personal que comenzó con el brillo molecular que produjo Malas calles  en la conjunción de dos de los pesos pesados del cine estadounidense. Robert De Niro y Harvey Keitel. Dos intérpretes relegados ahora por Andrew Garfield que marcó un prodigioso debut con Boy A, y Adam Driver, otro de los aclamados actores de su generación, con loables trabajos bajo la dirección de Noah Baumbach y más recientemente, con Jim Jarmusch en Paterson.
 

Tráiler de Silencio | StyleFeelFree Youtube