Después de la tormenta | La melancolía de lo que no pudo ser 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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Con ‘Nuestra hermana pequeña’ todavía en la retina, Kore-eda regresa a las salas de cine españolas con ‘Después de la tormenta’, su paseo más personal por itinerarios vivenciales, en sociedades actuales

El cineasta Kore-eda Hirokazu, como lleva haciendo Yoji Yamada durante más de cinco décadas en buena parte de su repertorio, se siente cómodo en núcleos familiares que le sirven para trazar historias de corto alcance, que nos acercan a la sociedad japonesa a través de gestos cotidianos. En Después de la tormenta, estos gestos vuelven a recuperar la mirada sombría que quedó aparcada en Nuestra hermana pequeña, estrenada recientemente en las salas españolas. En cambio, esto no es una razón que utiliza el realizador para proyectar un desasosiego que no encuentra salida. Después de la tormenta, como gran parte de su filmografía, es una cinta que busca el punto de fuga que permita ver la perspectiva, para poder manejar realidades aparentemente poco dóciles.

Este aire nostálgico, apesadumbrado, en donde nada es lo que esperaba ser, se sustenta gracias a los convincentes retratos protagonizados por algunos de sus actores habituales como Kilin Kiki, imprescidible en la filmografía del japonés. Es sin embargo Hiroshi Abe en quien recae todo el peso de una película que consigue manejar espléndidamente a través de un registro más profundo y conmovedor que en la admirable Still Walking, en la cual también tenía un papel esencial que aquí se acentúa texturizándose, porque los conflictos que le asedian, son el desencadenante de una acción suspendida en la imposibilidad y en cambio, en la esperanza de transformación que abarca toda la cinta. Un filme en el que Kore-eda vuelve a recurrir a ese interés por la placidez narrativa que además, en esta ocasión, tiene tintes más autobiográficos que se evidencian en las localizaciones que muestran Kiyose, un barrio de Tokio en el cual vivió en su juventud durante dos décadas, junto a su familia. Lo que le sitúa cercano al coreano Hong Sang-son, otro director con quien comparte el gusto por las dilaciones que se deleitan en lo cotidiano a través de una voz que es eco de la propia, y que devuelve a los espectadores el interés por paseos sosegados envueltos en tonos lóbregos que le enfrentan directamente con la vida. La vida pasando. No la idílica, sino la vida tal cual. La de personas corrientes, con sueños fragmentados por las imposibilidades que marca la existencia, en un social difícilmente asimilable en territorios contemporáneos.
 

Tráiler de Después de la tormenta | StyleFeelFree Youtube