Joy | El precio de la libertad 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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La historia de ‘Joy’ Mangano, interpretada por Jennifer Lawrence, se convierte, en manos de David O. Russell, en un cuento de hadas por la libertad

Porque, ¿Cuál es el precio de ser libre? I Feel Free, el animoso tema de los sesenta interpretado por los Cream y compuesto por Pete Brown pone el broche final a Joy, una película de superación personal inspirada, desde la opulencia asociada a los esquemas clásicos del cine norteamericano que David O. Russell maneja a la perfección, en la empresaria Joy Mangano. I Feel Free  es un epílogo triunfalista que capta el mensaje positivo que encierra el filme. La capacidad creativa, de reinvención, que generalmente suele conducir al éxito, es la que nos hace libres. Cuando esa libertad ansiada está conducida por una mujer, el hecho en sí no deja de ser más glorioso. La libertad desde este punto de vista, incluso ahora, de lleno en un siglo XXI en toda su madurez, sigue siendo un terreno en el que los hombres no dejan de tener más cuota que las mujeres. También porque las siluetas femeninas en lo audiovisual, de entrada, son más proclives a una mirada que contempla lo ornamental que a una mirada que descubra lo racional. Desde este punto de vista, que el cine comience a prestar atención a personajes femeninos más vitalistas y gloriosos aún teniendo que recurrir a ciertos clichés exigidos también por esa etiqueta asociada al Hollywood hegemónico que exige a las actrices un peligroso rigor de esplendor físico que no resulta ser un espejo real donde mirarse, ya es un logro. Todavía hay muy pocas historias en la gran pantalla que dignifiquen la enorme lucha de la  mujer por ser considerada como un igual en derechos, sin tener que tirar de trucos simplistas y un maquillaje que en el fondo, tratando de esconder los mismos complejos de siempre, ponen a la mujer en un poco meritorio lugar.

El papel de Joy, dirigido por David O. Rusell, aunque un poco excesivo en la radiante Jennifer Lawrence que interpreta cuatro décadas de una vida sin cambios evidentes, no deja de ser un sucedáneo efectivo que resulta en una especie de cuento de hadas dinámico —no por la historia sino por cómo se desarrolla— que logra emocionar y resultar entretenido gracias al recurso de sacar de la pantalla televisiva los culebrones a los que está enganchada la madre de Joy Mangano, un mecanismo interesante que se introduce en la realidad ficticia como reflexión del influjo de la fantasía. Una demostración de que la creatividad  en la vida, o el poder de la convicción unido a la ambición, lleva al éxito a mujeres valientes capaces de convertir una calabaza en una carroza para asistir a un baile al que no han sido invitadas. La demostración, ahora sí, real, está en el testimonio de la verdadera Joy Mangano, un ejemplo de vida digno de llevarse a la gran pantalla.
 

Tráiler de Joy | StyleFeelFree Youtube