Retratos de familia | Radiografía de la familia moderna 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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Anthony Chen, en ‘Retratos de familia’, busca la complicidad con el público, al representar a la familia moderna atendiendo a una emocionalidad que se sustenta en lo cotidiano

Los grandes retratos familiares orquestados por el cine se desenvuelven en la complejidad de la rutina, el drama de la cotidianidad y la captación de una melancolía impregnada en la naturalidad de la vida no expuesta a la máscara. La espectacularidad del cine pensado para hacer soñar no siempre combina bien con estos paradigmas. El cine asiático, sin embargo, ha tenido siempre menos pudor y más capacidad de cartografiar estos mapas emocionales que encuentran belleza en los pequeños detalles, en lo doméstico e íntimo repleto de emociones reales. El octogenario Yoji Yamada, siguiendo la estela que le dejó su predecesor, Yasujirō Ozu, lleva décadas haciéndolo, aunque alternándolo con otros trabajos más efectistas.

Anthony Chen (Singapur, 1984) con Retratos de familia, su primer largometraje, consigue también hacernos partícipe de esa sensación agridulce que conllevan este tipo de retratos familiares, abordados desde una perspectiva cercana que no renuncia a planos meticulosos. La mirada que afronta se deleita en el enfoque, haciendo de la realidad cotidiana una virtud estética, plácida y creíble, tan creíble que sus personajes traspasan fronteras fácilmente. Retratos de familia se vuelve entonces una poderosa radiografía de la familia moderna, desde la credibilidad de unos intérpretes perfectamente caracterizados, que nos hacen sentir el peso de la existencia condenada a la perpetuación.

Singapur no destaca precisamente por su cartera de cineastas. A pesar de ello, o por ello mismo, Chen sobresale con un esquema bien trazado y magistral en esa captación de los detalles y los gestos que insinúan, así como en los recorridos personales en evolución, ataviados por las circunstancias sociales y económicas de un país que en Retratos de familia atraviesan los finales noventa, en Asia. Recorridos que ahondan también, desde la misma compleja naturalidad, en otros temas dramáticos como la supervivencia, la emigración, la soledad y el amor desparental. Son itinerarios que se cruzan y en los que se nota también la vinculación, desde lo personal, del singapurés al afirmar que la historia está inspirada en su propia infancia, lo que constituye un retrato fidedigno de la familia actual, ya no tanto en una ubicación concreta, sino en el mundo moderno en general.