Rosana G. Alonso
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En ‘La profesora de historia’ se advierten contrapesos que no logran que esté a la altura de muchas otras películas que han abordado el tema de la enseñanza

la profesora de historia | stylefeelfree
Imagen promocional de La profesora de historia | StyleFeelFree

¿Se puede aportar una perspectiva nueva al tema de la docencia en el cine? Prácticamente todas las películas que hasta ahora se han llevado a la gran pantalla sobre la educación en las aulas tratan sobre profesores idealistas que han sido capaces de enfocar la trayectoria de sus alumnos, aportándoles esperanza a través de sus métodos de enseñanza. Algunas de estas historias, como La profesora de historia de Marie-Castille Mention-Schaar están además basadas en testimonios reales. Convencidos de que el mejor o el único vehículo posible para el cambio social es la enseñanza, todavía quedan algunos valientes dispuestos a lidiar con los más desmotivados o los olvidados por el sistema.

Pero siendo como es la docencia un tema muy recurrente y volviendo sobre el quid de la cuestión, diría que la perspectiva en la que incurren la ingente cantidad de películas sobre esta base, es la misma. Claro está que no tiene por qué ser nueva, ya que sigue siendo una trama necesaria para abrir un debate sobre la enseñanza, que debería estar siempre activo. Esta tiene que avanzar y sólo se puede avanzar estando pendientes de los cambios y las necesidades actuales para ser certeros en la forma de conectar con los más jóvenes, haciéndoles interesarse por el mundo que les rodea desde la amplitud que les permita no cerrarse a cal y canto en su propia realidad.  Cómo motivar a los estudiantes, especialmente a los que más lo necesitan, es un tema que los políticos deberían tener en cuenta sobre manera y el cine tiene que seguir contribuyendo al debate. Se pueden cambiar los planes de estudios y las asignaturas,  pero si el profesorado no está preparado para dirigir y ser capaz de entusiasmar y motivar a su alumnado, no sirve de nada.

Llegados a este punto, toda película que aborde la cuestión de la enseñanza, tiene que tener claro que en el actor o actriz que interprete al docente, está la clave de la historia. De ello depende el éxito y el fracaso en gran medida del relato. Sin desmerecer el papel de unos alumnos que han de mostrar una credibilidad que responda a la sociedad que se quiera retratar. Creíbles y radiantes en su interpretación marcada por esa mano de hierro en guante de terciopelo necesaria para conseguir respeto y entrega en las clases han sido Sidney Poitier en la esencial Rebelión en las aulas (To Sir, with love), Robin Williams en la inolvidable El club de los poetas muertos (Dead Poets Society), Paula Patton en la magnífica Precious —aunque tampoco sea el papel más destacable de esta cinta— o Adrien Brody en la singular El profesor (Detachment), por poner algunos ejemplos de películas que recuerdo entre las tantas que se han proyectado con la misma temática.

En ‘La profesora de historia’ no se profundiza en los muchos lastres que están aminorando la marcha de una necesaria y provechosa educación hacia la tolerancia y el respeto de las culturas, pero queda la intención.

En Ariane Ascaride que interpreta a Madame Gueguen en La profesora de historia  no encuentro ese halo, esa grandeza cinematográfica necesaria para hacerse, en este caso, con la clase; o bien, esa evolución lógica en las relaciones sociales en la que se da el punto de inflexión que permite tomar el control de la situación. No me convence su aspecto de profe petarda aunque tenga momentos en los que trate de imponerse, ni la facilidad con la que consigue hacer partícipe a una clase descontrolada en un concurso que parece un rollo en toda regla —el significado de ser adolescente en un campo de concentración nazi— para un alumnado multicultural totalmente desmotivado. La interpretación que recae en los alumnos, por otra parte, en bastantes ocasiones resulta poco natural y clicheada. Todo porque no hay desarrollo de ningún personaje ni intensidad argumental. Algo que según avanza la cinta es más notorio. De hecho el comienzo abre un debate interesante que queda en el aire. Se cierra el asunto y carretera.

Son muchos los temas por los que la guionista y directora pasa de puntillas y quedan a media asta. A decir verdad, demasiado candentes para desaprovechar la ocasión: el islamismo, el machismo, ser mujer en la sociedad actual, los jóvenes hoy en día, la libertad de decidir qué valores seguir sin imposiciones, la desmotivación propiciada por un presente nada esperanzador en la etapa más incierta de la vida… La intención es buena, pero no se percibe tentantiva de profundizar, por lo que tampoco logra emocionar. Sin embargo, no deja de ser una película necesaria para espectadores poco exigentes que no busquen tanto una reflexión, como un motivo para la esperanza. En este aspecto, la intervención de Léon Ziguel, sobreviviente del holocausto nazi, es fundamental también para que avancemos recordando la historia, sin quedarnos en el dolor que nos convierte ya no en víctimas, sino en verdugos a través del odio. Al respecto, el título original, Les Héritiers (Los herederos), es crucial para comprender el sentido del filme: los herederos, las nuevas generaciones, tienen que comprender la historia para que no se repita. Y para eso la educación es primordial. La buena educación, la que educa desde la igualdad, el respeto y la motivación.
 

FICHA TÉCNICA
Título original: Les Héritiers (La profesora de historia)
Dirección: Marie-Castille Mention-Schaar
Guión: Marie-Castille Mention-Schaar
Reparto: Ariane Ascaride, Ahmed Dramé, Geneviève Mnich, Noémie Merlant, Xavier Maly, Martin Cannavo, Stéphane Bak
Fecha de estreno España: 15 de Mayo de 2015
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