Arstronomy. Expectantes de otros mundos en la Casa Encendida 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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La Casa Encendida revela el impacto, en el arte actual, de la investigación científica, los viajes espaciales y la ciencia ficción en la exposición ‘Arstronomy. Incursiones en el cosmos’

La exposición Arstronomy. Incursiones en el cosmos, un recorrido que ocupa las cinco salas de la Casa Encendida, aborda la huella que dejó la investigación científica, los viajes espaciales y la ciencia ficción en el arte contemporáneo. El recorrido propuesto abarca desde los años cincuenta hasta la actualidad para tratar de abordar las cuestiones metafísicas, que siempre, en algún momento de la historia, nos hemos hecho y qué se podrían resumir en un ¿hay alguien ahí?

Los sesenta fueron los años que desencadenaron la afición por el espacio. Podríamos incluso considerar que esta década arrancó con el primer vuelo espacial tripulado, a finales de los cincuenta, y finalizó con Neil Armstrong pisando la luna en 1969. Este acontecimiento, broche final de la década, marcaría la supremacía de los EEUU en la Guerra Fría, aunque fuese la URSS quien comenzara la carrera espacial con el lanzamiento del Sputnik en 1957. Historiográficamente las décadas necesitan de explicaciones convincentes y esta no deja de ser una escueta interpretación pero igualmente válida aunque sea desde un punto de vista tan parcial. No es de extrañar entonces que la siguiente década estuviese marcada por la preocupación del hombre por conocer el mundo más allá de los límites terrestres. Prueba de ello es la numerosa bibliografía cinematográfica sobre este tema en los años setenta. El ser humano tenía esperanza de encontrarse a sí mismo, de ver sus diferencias con el otro a través de lo desconocido. El más allá se revelaba también como una nebulosa desde la que indagar para esclarecer y poner límites a lo que parecía ilimitado, indescifrable y extraño. A medida que nos acercábamos más al siglo XXI el interés fue decreciendo posiblemente porque el capitalismo degenerando hacia una globalización post-imperialista parecía engullirnos como un producto más de consumo que nos hacía estar más inmersos en nosotros mismos. Pero la crisis mundial que llegó con el XXI asentado después de su entrada fulminante señalada por el 11S, hizo de contrapunto. Momento de interiorizar. Volvimos a hacernos preguntas esenciales, a cuestionárnoslo todo. Y entonces volvimos a pensar en los «otros».

Bajo este punto de vista entiendo el interés, desde hace relativamente no mucho tiempo, por todo lo relacionado con lo cósmico, lo astral, lo científico e incluso lo ufólogico, temas que abordan la exposición Arstronomy. Incursiones en el cosmos. Esto es perceptible en la muestra por el número considerable de obras datadas de la última década que acompañan a las precedentes fechadas desde los cincuenta en adelante y que proponen, en su conjunto, una reflexión «sobre la unión entre la ciencia, la imaginación, la tecnología y el arte», aclara Danielle Tilkin, comisaria de este itinerario propuesto. En Arstronomy  estos temas están planteados a través de más de treinta artistas internacionales como Joan Rabascall, Nicholas Schoffer, Yves Klein, Thomas Struth, Evru, Mike Kelley, Ionel Talpazan, Thomas Ruff, Anton Vidokle o Robert Llimós, entre otros. Un conjunto de creadores de distintas generaciones que han concebido «obras en las que la imaginación, la fantasía y la creatividad se adentran en el espacio, la política, la ciencia y la tecnología» matiza Tilkin que ya había colaborado con la Casa Encendida como responsable de la exhibición HONNI soit QUI mal y pense  dedicada a Louise Bourgeois en 2012, una de las cinco exposiciones más vistas de la historia del centro social y cultural.

Consustancialmente a estas reflexiones conjuntas, hay otro tema de interés que avanza el vídeo Esto es el cosmos  (2014) de Anton Vidokle que puede verse en la muestra. En él expresa su percepción del amor supremo como aquel que es capaz de combatir la muerte. Este amor, antagónico al amor sexual, ya egoísta en la sociedad actual —según aclara— es la energía más potente de todas. Idea que también Tilkin desarrolla en el catálogo realizado con motivo de la exposición aludiendo a Fiódorov. «La visión filosófica de este entusiasta del progreso científico instaba a la humanidad a corregir las deficiencias de la evolución humana como parte de lo que Fiódorov denominaba la tarea común. La muerte era un obstáculo. En primer lugar, el hombre debía ser inmortal y poder resucitar a todos los muertos, pasados y presentes. Debía ser menos vulnerable y ser capaz de forjar su existencia sin limitaciones ni fronteras físicas.»

También la conquista imparable del hombre deseoso de dominar todo cuanto le rodea. O el anhelo de libertad como metáfora. Temas todos ellos que pueden extraerse del recorrido según sea el punto de vista que más seduzca al visitante. La pregunta, ¿hay alguien ahí? no busca ya tanto una respuesta como múltiples preguntas.
 

Obra: Joan Rabascall, Cosmonauta, 1966 en la exposición Arstronomy. Incursiones en el cosmos | Foto: Y.Yu para © StyleFeelFree

Obra: Robert Llimós, Hombre alieníguena, 2013 en la exposición Arstronomy. Incursiones en el cosmos | Foto: Y.Yu para © StyleFeelFree

Obra: Mike Kelley, Botellas de Kandor, 2010 | Foto: Y.Yu para © StyleFeelFree